06 12 hesslingFranco Hessling Herrera

Un brote inusitado en África de la viruela del mono viene causando preocupación en expertos y nos advierte sobre eventuales nuevas enfermedades que podrían escalar a pandemias. El caso reciente de Sierra Leona demuestra que mucha IA y superávit fiscal, pero no aprendimos nada después del Covid-19.

La travesía de un joven viajante por África occidental lo llevó a la pequeña ciudad de Lungi, en Sierra Leona, a donde llegaba buscando escapar del bullicio de la capital, Freetown.

Allí, de acuerdo a lo que el propio viajero reconoció después, sostuvo relaciones sexuales con una prostituta, un ejercicio clásico de los tours por la zona que se desprende del goce patriarcal de tener dinero y poder comprar placer esclavizando cuerpos feminizados. El hecho ocurrió a fines del año pasado, en las últimas semanas del 2024.

Un par de días después de su paso por Lungi, el muchacho atravesó cuadros febriles, erupciones en la piel y dolores en las articulaciones, dando lugar a deducir que había sido afectado por alguna enfermedad de transmisión sexual. Efectivamente, según confirmaron luego profesionales epidemiólogos de la Universidad de Njala, el muchacho se contagió de “Mpox”, popularmente conocida como viruela del mono, con una variante de iguales características a las últimas conocidas aunque con mayor poder de contagio.

Entre otras cosas, se ha determinado que el nuevo brote de la enfermedad no es exclusivo ni predominante en las relaciones sexuales entre hombres, como se había concluido sobre sus variantes precedentes. Se ha englobado este brote dentro de la cepa Ilb del Mpox, pero con un modo de transmisión y síntomas más potentes, propio del clado Ib. Ello ha causado revuelo entre los expertos, debido a que se trata de una combinación hasta ahora desconocida y que ha causado rápidas repercusiones en el continente africano.

El biólogo danés Kristan Andersen, según consigna el portal Science en un artículo del 2 de junio, afirmó en sus redes sociales: “La propagación del Mpox en Sierra Leona no se parece a nada que hayamos visto antes”. El experto en microbiología e inmunología afirmó que este podría ser el “siguiente paso”, hasta ahora desconocido, de las enfermedades epidemiológicas. Desde aquel primer contagio con esta variante combinada que se reconoció en el joven que estuvo en Lungi, se han registrado hasta fines de mayo más de 3 mil casos sobre una población total que oscila los 9 millones de habitantes. Llama la atención no sólo la velocidad de contagio sino la onda expansiva, ya que en las últimas semanas se han registrado casos también en los países de Burundi -África oriental- y la República Democrática del Congo -África central-.

El asunto está en que el sistema sanitario de atenciones especiales para casos de Mpox en Sierra Leona se ha visto rápidamente colapsado. Originalmente había sólo 60 camas disponibles y, aunque se adaptaron raudamente muchos espacios para esa clase de tratamientos, los 3 mil casos superan ampliamente las posibilidades de respuesta. Y allí está el punto: ¿aprendimos la lección luego del Covid-19? ¿Estamos listos para afrontar una nueva pandemia mundial con mejores políticas de reacción? ¿Se está trabajando lo suficiente en prevenir un nuevo brote de alguna enfermedad que pudiera ser más sofisticada que las que conocemos hasta el momento?

Sólo pasaron tres años desde que el mundo transitó y, digamos, superó una pandemia. Lo que viene ocurriendo en Sierra Leona, y que se está expandiendo en todo su continente, es una demostración de que las lecciones no fueron lo suficientemente aprendidas y que una nueva enfermedad con características de contagio y letalidad difíciles de anticipar podría llevarnos otra vez a la debacle sanitaria, con cuerpos apilados como basura, personas muriendo en soledad, profesionales de la salud desviviéndose por lograr actos heróicos aislados y gobiernos improvisando medidas para matar varios pájaros de un tiro como mantener a la gente en cuarentena y al mismo tiempo atemperar los efectos de los contagios masivos.

Mientras que recientes informaciones ensalzan la IA aplicada a la salud, anticipando que el machine learning llega hasta diagnosticar a personas a través sólo de sus registros de voz, por otra parte todavía persisten las deficiencias tan básicas como las camas que hacen a la infraestructura sanitaria de atención más elemental. Como siempre, las promesas tecnológicas se posicionan como promesas de una sofisticación que llega sólo para quienes pueden pagarla y que distraen sobre las inversiones más elementales que deberían hacerse y no se ejecutan. Ni hablar de la falta de prevención, donde no hay IA que nos rescate.

Para colmo de males, la derecha desembozada de Trump y Milei, como máximos exponentes americanos, no hace más que atacar a la ciencia y los sistemas de salud, atrincherándose en su oscurantismo ignominioso, por temor a que las verdades, más temprano que tarde, se vuelvan contra sus relatos delirantes, conspiracionistas y plutocráticos. Esta semana, el secretario de salud norteamericano, Robert Kennedy Jr. despidió a todos los asesores de vacunas de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés). No hace falta ampliar demasiado sobre lo que viene haciendo el gobierno libertario con CONICET y el sistema sanitario, con los trabajadores del ámbito de la discapacidad y el descrédito a un nosocomio modelo, como el Hospital Garrahan.

En contra de las cuarentenas, repudiando las vacunas, deshumanizando la política y vaciando la ciencia preventiva, los centros de investigación y los nosocomios, sin dejar de mencionar que no se ha inaugurado un sólo edificio que amplíe o mejore la capacidad infraestructural. ¿Qué nos depara el destino si una pandemia asalta el continente americano y se cuela por las fronteras argentinas? Las fuerzas del cielo nos salven, nos libren y guarden.