Por Dario Illanes
Francisco, el argentino, el cura convertido en papa, el “padre” de los pobres, de los jubilados, jóvenes, marginados, “descartados”. Humilde, lúcido, auténtico, sencillo, austero, cercano. Conmovió la Iglesia Católica y al mundo.
En marzo de 2013, en la playa de Copacabana (Río de Janeiro), más de tres millones y medio de personas estuvieron para ver y escuchar al papa Francisco. En número superó la multitud convocada por Rod Stewart y los Rolling Stones. Fue durante la Jornada Mundial de la Juventud, en Brasil, en donde lanzó su proclama a los millones de chicos: “¡hagan lío!”.
Jorge Bergoglio, quien eligió como nombre de Sumo Pontífice el de Francisco, había sido elegido el 13 de marzo de 2013 como papa. Llegado desde la periferia, un “outsider”, el argentino fue el primero en hacer “lío”. Estremeció a la iglesia, instando su apertura al mundo, a ser misionera y a no condenar, sino a acompañar e integrar, desacralizando a la curia y al Vaticano.
La iglesia impulsada por Francisco nada tenía que ver con el clericalismo. La definió como un hospital para los heridos de alma y segregados. Un espacio para acoger a pobres, divorciados, LGBTQ+, migrantes, presos, abusados, olvidados.
Reconocido, admirado y querido también por no católicos, ateos, intelectuales, universitarios, sorprendidos por apertura y aguda inteligencia jesuita. En contraste, aborrecido por los sectores católicos ultraconservadores.
La revista Time eligió a Francisco como “Persona del año 2013”. La revista Rolling Stone lo hizo en enero de 2014 al convertirlo en su portada destacada. En 2018, la revista Forbes lo colocó entre las seis personas más influyentes del mundo.
Futbolero y valiente
Jorge Mario Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936, en Buenos Aires. Jugaba al fútbol, al básquet y al billar. Ávido lector, fue un adolescente como la mayoría. Amiguero, iba a bailar y tuvo novia. Sin embargo, el llamado de Dios le llegó el 21 de septiembre de 1953, cuando tenía 16 años. Se unió a la Compañía de Jesús en 1958. El sumo pontífice fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969.
Apoyó especialmente a los llamados curas villeros y su labor en los barrios de emergencia de Buenos Aires, trabajando con los más pobres, donde, además, rescató las manifestaciones de religiosidad popular.
Fue acusado de haber sido cómplice de la dictadura militar y de haber “entregado” a los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics, desaparecidos el 23 de mayo de 1976. Una acusación totalmente falsa, que dio origen a una “leyenda negra” alimentada por sus adversarios.
La historia fue muy distinta. En silencio, Bergoglio hizo todo lo posible para que los militares liberaran a Yorio y Jalics. Y también ayudó a muchas personas a ocultarse o a escapar, víctimas del terrorismo de Estado.
“Dios dinero”
Francisco caracterizó su papado por enfrentar críticamente el capitalismo, al que acusó de “asesino” e “idólatra” por adorar al “dios dinero”. Esto le significó ser calificado de “comunista”.
El Papa puso a los pobres, adultos mayores, marginados y migrantes en el centro de su pontificado. El 19 de marzo de 2013, en su primera misa solemne, colocó en primera fila, junto a los jefes de Estado y de Gobierno, a un cartonero: Sergio Sánchez, amigo de Bergoglio desde 2005.
Apenas asumió el liderazgo de la Iglesia, Francisco reformó las finanzas del Vaticano. Revirtió la corrupción, el nepotismo y las prácticas oscuras de negocios que se habían anidado durante siglos en la Santa Sede, además de la “suciedad” y los lobbies denunciados por Benedicto XVI, algo sumamente difícil, ya que implicaba romper el statu quo.
El argentino enfatizó y practicó “El poder al servicio del bien”. De acuerdo a Francisco, “Es algo elemental pero que la política olvida con demasiada frecuencia. Vemos a diario, aquí y en todo el mundo, a dirigentes incapaces de armonizar sus aspiraciones personales con los intereses colectivos. Por falta de amor al prójimo, individualismo o comodidad”.
Indudablemente un grande, Francisco ejercía la humildad. “No hay que creérsela”, dijo. “Somos todos instrumentos de algo superior, que nos excede, y cuyos designios no siempre podemos comprender cabalmente”
El papa Francisco fue el primero en varios aspectos. El primer papa argentino y latinoamericano; el primero en elegir nombre de Francisco sin un numeral, el primero en ser elegido con su predecesor aún vivo, el primero en residir fuera del Palacio Apostólico, el primero en visitar tierras nunca antes tocadas por un Pontífice -desde Irak hasta Córcega-, el primer papa en dotarse de un Consejo de Cardenales para gobernar la Iglesia, en asignar funciones de responsabilidad a las mujeres y a los laicos en la Curia, en lanzar un Sínodo que implicaba por primera vez al Pueblo de Dios, en abolir el secreto pontificio para los casos de abusos sexuales y en suprimir la pena de muerte del Catecismo.