03 24 aguiarPor Natalia Aguiar

Javier Milei supo de los nervios del poder tras los incidentes de la plaza de los Dos Congresos, se lo vio ansioso y preocupado por lo que se trazó objetivos de acción para evitar mayores desmanes: Control de las calles y protestas, mostrar certezas en el acuerdo con el Fondo Monetario porque los mercados ya se muestran inquietos, y cerrar o no filas con el Pro para las próximas elecciones.

Si bien pudo haber sido organizado el caos que se generó frente al Congreso, hizo sentir al presidente el rigor de las calles, el poder de la rebelión del pueblo ante las actitudes déspotas de Javier Milei.

Un outsider devenido en político que ya deja ver su falta de experiencia en la administración pública, desorden, improvisación e inteligencia para timonera el barco a la deriva.

Pese a los obstáculos, Javier Milei y su equipo, lograron salir adelante pero quedan desafíos por delante y ya los gremios y sindicatos se cansaron de esperar en el banco de suplentes y empezarán paros y aprietes. Milei empieza a conocer los sinsabores del poder y de sus actitudes. Sin dejar de lado las consecuencias que trajo a su gestión el caso de la criptomoneda $Libra y las que traerá, porque se inició una investigación judicial en Estados Unidos, impulsada por una madeja de perjudicados. Y esta causa dará que hablar y en el Gobierno esperan que no afecte la figura de Karina Milei.

Fueron semanas y días muy movilizados para Milei. "Se las vió negras, se lo veía visiblemente preocupado y ansioso", dijo un asesor cercano al presidente. Suspender el viaje a Israel fue consecuencia de esos días de turbulencia política.

 

Se puso en marcha un "Operativo de Resiliencia"

La seguridad alrededor del Congreso para la marcha del miércoles pasado se reestructuró y trabajó en conjunto con la gestión de Jorge Macri en la ciudad de Buenos Aires. Hubo reuniones y estrategias estudiadas a modo de mea culpa, porque se entendió que no podían permitir otra vez, escenas de violencia, caos, descontrol y anarquía. Hubo reuniones en las que se replantearon los objetivos, las formas de reacción y las decisiones a tomar. Debían bajar los decibeles. Se limitó el ingreso a la Plaza y se dispuso de efectivos detrás de las vallas para evitar contacto físico con los manifestantes.

El operativo fue liderado por Santiago Caputo y Patricia Bullrich, fue la SIDE, el ministerio de Justicia, los jefes de las fuerzas policiales y el gobierno porteño. Bullrich y Caputo organizaron reuniones previas para evitar escenas de caos y descontrol.

Parece que la ministra Bullrich expuso el presunto rol de intendentes bonaerenses, quienes habrían fogoneado a los barrabravas y violentos para el enfrentamiento de hace dos semanas. Este engranaje fue clave para que la situación se descontrolara y la violencia fuera la protagonista de esas escenas.

Por primera vez el Gobierno se dio cuenta de que debía bajar el nivel de violencia y que no se instalara la sensación de caos, pero además era necesario demostrar que se controlaba la calle, y evidenciar las intenciones opositoras de desestabilización.

 

En el Congreso

Tampoco en la Cámara Baja se quería desatar la violencia al tratarse el acuerdo con el Fondo Monetario. Nadie, ni libertarios ni opositores querían impulsar el desorden, sobre todo porque radicales, peronistas y el resto de los adversarios políticos son conscientes de que no podrían asumir el control del Gobierno ante una situación límite.

Los libertarios demostraron, una vez más, su inexperiencia, ya que al momento de la votación para el acuerdo con el FMI, se vencía el rol del presidente de la comisión que revisa los DNU, Juan Carlos Pagotto, y el kirchnerismo estaba listo ya para impugnar el dictamen que finalmente se aprobó el martes. La cuestión se subsanó con una reunión el lunes pasado entre Cristian Ritondo, Oscar Zago y Santiago Caputo. Allí el asesor estrella de Milei, aceptó a regañadientes, que el diputado rebelde se hiciera cargo de la comisión para aprobar el dictamen. "Por la plata baila el mono", le perdonaron a Ritondo su discurso antilibertario del miércoles pasado.

El Congreso es sede de discusiones políticas de trascendencia, pero se transformó en sede de rebelión política y ciudadana. El temor del Gobierno es que en plena campaña electora se active la comisión para investigar el caso $LIBRA y se apunte contra la hermana del presidente, Karina milei, acusada de cobrar por intervenciones del presidente. Negociaciones incompatibles con su rol e ilegales por donde se lo mire. No quieren que la citen a indagatoria o a dar explicaciones, pero… el pez por la boca muere. Dependerá de las negociaciones con la oposición. Seguramente el kirchnerismo pueda poner obstáculos, aunque se está fragmentando y está todo por verse, ante los riegos de rupturas y quebrantos.

 

Los mercados en alerta

El viernes pasado, el Gobierno debió resignar U$S1.200 millones de las reservas del Banco Central ante las incertidumbres que reinaron en el humor mercantil. Es que durante el verano el Gobierno insistía en que el acuerdo con el FMI no era urgente, pero ahora es todo lo contrario. No sólo se necesita un moño que cierre el acuerdo, sino definiciones claras de montos de desembolsos y demás. Está en juego la credibilidad del Gobierno, como la campaña electoral por delante.

Por otro lado, el equipo del FMI que estuvo en Buenos Aires, mostró preocupación por la lenta acumulación de reservas. Esto llevó a la primera medida intempestiva de Luis Caputo: bajó los aranceles al campo. Medidas tomadas a las apuradas y sin especificaciones técnicas.

Desde ese momento, el acuerdo con el FMI es sumamente urgente para la supervivencia de la economía argentina. Esto desató, a su vez, la discusión sobre el esquema cambiario. El clima de ansiedad de la plaza de los Dos Congresos, el miércoles pasado, se trasladaba a las oficinas de Economía, porque era necesario que saliera el dictamen que avalara el acuerdo.

En los mercados creen que el FMI y la Argentina tendrán acuerdo transitorio, que incluía la renegociación de vencimientos, algo de cash y metas relajadas en materia de reservas para que Milei y Caputo no tuvieran que alterar demasiado el esquema actual hasta las elecciones. Esto protegería los intereses del Gobierno en las próximas elecciones, porque sin devaluación podría mantener a raya la inflación, con la promesa de una discusión para después de octubre. El riesgo, sería que se desate la devaluación previo a las legislativas, y el mercado ya daría por sentado un ajuste cambiario.

Habría sido el Tesoro de Estados Unidos el que analizó que Argentina no necesita un cuerdo transitorio, sino uno definitivo. Se analiza que la propuesta ofrecería un desembolso más generoso de fondos, podría llegar a unos U$S20.000, más lo que aporten el Banco Mundial, el BID y otros, pero a cambio de introducir la modificación del sistema cambiario desde ahora. No se exigiría eliminar al mismo tiempo todas las restricciones del cepo, pero sí pasar a un esquema de flotación de algún tipo.

El mercado intuyó estos posibles trastornos y cambios de régimen y se adelantó, por lo que los importadores atacaron los dólares del MULC, los exportadores pusieron en pausa las ventas, a los bancos se le alteraron los futuros y el clima de dudas hizo apresurar las negociaciones con el FMI.

 

Diálogo y empatía

Mauricio Macri y Javier Milei ya atraviesan tensiones extremas en su vínculo con desconfianzas mediante. Macri no le perdona que su hermana Karina haya cerrado las posibilidades de diálogo con el Pro. Milei le cuestiona muchas cosas pero le duele que no apartara al consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, un pedido explícito del presidente al ex mandatario. Es que Milei cree que fue el autor de una campaña sucia en su contra y a favor de Sergio Massa.

Milei y su equipo deberán tomar consciencia de sus debilidades y poner en marcha un operativo de acción que se sustente en el diálogo y la empatía con la gente. Si fracasa el acuerdo con el FMI el futuro será negro oscuro. Si suma intolerancia y violencia desde el Gobierno, la cuestión será intolerable para los argentinos. Mea culpa y reestructuración. Algo que le cueste a Javier Milei particularmente, pero está obligado a hacerlo para sobrevivir en las arenas de la política nacional.