En estos días han coincidido el caso de la inversora estafadora; la presunta corrupción de jefes policiales; la mención del “iceberg” por parte del procurador Pedro García Castiella; los paños fríos aplicados por el ministro Abel Cornejo; el juicio al policía Walter Mamaní; y la reapertura del caso de Jimena Salas.

Por Dario Illanes

En las aparentes y engañosas coincidencias o azares suelen ocultarse señales y certezas. “Sometimes, we can’t see the forest for the trees”, dice en inglés la frase, que traducida significa: “a veces, no vemos el bosque debido a los árboles”.

Aplicando la analogía a las últimas noticias, los árboles, ¿serían las estafas?; ¿los policías corruptos?; ¿las contundentes declaraciones del jefe de los investigadores?; ¿la defensa de la fuerza que realizó Cornejo? Y el bosque, ¿será la seguridad?; ¿la corrupción?; ¿lo es la Justicia?; ¿o la impunidad?

Demarcar esto corresponde a quienes dirigen los asuntos públicos. Desde el periodismo, además de informar, apenas se pueden arriesgar miradas, perspectivas, tal vez algunas hipótesis. Descartando rumores y preconceptos. Basándose -para intentar un análisis razonable- en datos ciertos, hechos comprobados, confrontación de fuentes, contraste de archivos, minuciosa documentación. Y la imprescindible herramienta periodística: intuición. El “olfato”, le dicen.

Sintéticamente, las averiguaciones iniciales acerca de presuntas estafas realizadas por la inversora “Ríos y Asociados” derivaron en jefes policiales detenidos y la investigación por sospechas de maniobras corruptas en el corazón de la Policía de Salta. Esto es inocultable.

Seguramente quienes se encuentran involucrados judicialmente, y bajo la mirada de la ciudadanía, quisieran que se deje de hablar del escándalo. Es posible también idéntica aspiración por parte de algunos funcionarios. Sea por alcahuetería o corporativismo. Siguiendo tales sendas se hiere la confianza popular y la gobernabilidad.

Hay quienes, guiados por relativas experiencias y cierto cinismo, hacen un gesto temporizador. Sostienen que en poco tiempo todo quedará en el olvido. Practicando la frase que Julio Grondona (presidente de la AFA entre 1979 y 2014) tenía grabada en su anillo de oro macizo: “Todo pasa”.

“No se olviden…”

La cambiante (y a veces manipuladora) agenda mediática, los morosos tiempos judiciales, y las urgencias cotidianas de la gente, avalarían en parte tal aseveración favorable al olvido. Una de las escasas excepciones fue la consigna “No se olviden de Cabezas”. La agitación y movilización popular, desde periodistas comprometidos a laburantes y vecinos, permitió que el asesinato de José Luis Cabezas (1997) permaneciera en la memoria popular.

Inseguridad e injusticia se sufren cuando el Estado no es capaz de prevenir, controlar y castigar -democrática y legalmente- las violencias y los delitos. Inseguridad e injusticia significan la malsana abundancia de corrupción; inaplicación (o aplicación selectiva) de leyes y normas; morosidades judiciales; segregaciones, maltratos, postergaciones y silencios en y desde el Estado.

Volviendo a la analogía de “árboles y bosque”, el caso de las estafas y las miles de víctimas podría en breve quedar olvidado. En pocos días se dejaría de hablar de los policías detenidos (un comisario, una comisaria, dos oficiales principales y un suboficial), como otros cuatro efectivos sospechosos. Incluso, las sospechas fiscales de manejos espurios en los fondos policiales podrían resolverse con retoques administrativos, caras nuevas y modestos castigos a chivos expiatorios.

Sin embargo, en pie existen podridos “árboles”. Y pocos señalan el “bosque”.

 

Sumar lo mejor
La situación es paradójica: antes del cambio del sistema procesal, los investigadores de la Policía – con probada experiencia en “la calle” – resolvieron resonantes delitos. Y también ensuciaron dramáticos casos. Con el nuevo sistema, los investigadores del Ministerio Público Fiscal dirigen ahora las pesquisas, con procedimientos legales y métodos científicos. Empero, se les critica carencia de “olfato”, de “asfalto”. Y, ante la sociedad, están en deuda por crímenes aún impunes.