06 23 camsatFátima Uñate

Gigantes, como el Obelisco, como nuestra selección. Así se plantó el equipo argentino en la final del CanSat 2025 en Virginia, Estados Unidos. Se “pusieron la camiseta” y con ciencia “de potrero” sacaron a relucir el ingenio y talento argento.

A puro talento, como en el potrero, gritando al mundo que Argentina es cuna de campeones en cualquier disciplina, diez estudiantes del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) se consagraron campeones mundiales del CanSat 2025, una de las competencias de ingeniería aeroespacial más prestigiosas del mundo. Claro que, a diferencia de nuestro seleccionado de fútbol, estos 10 salen a la cancha becados, casi sin sponsors, y con bajo presupuesto en un país que cada vez les apuesta menos.

El certamen, organizado por la American Astronautical Society (AAS) con respaldo de la NASA, Lockheed Martin, Siemens y otras instituciones de referencia, reunió a 40 equipos universitarios de todo el mundo, incluyendo a casas de estudio de Estados Unidos, Turquía, Alemania, India y Taiwán.

Y el gran mérito es que por primera vez en la historia, un equipo latinoamericano alcanzó el primer puesto en esta competencia que simula una misión aeroespacial completa: concepción, diseño, construcción, lanzamiento y análisis de resultados. El desafío consistió en construir y lanzar un satélite funcional del tamaño de una lata de gaseosa, capaz de registrar video aéreo, medir variables ambientales y transmitir datos en tiempo real durante su descenso desde 700 metros.

El equipo argentino logró una puntuación técnica del 99 % en las etapas virtuales y luego alcanzó el primer lugar absoluto en la instancia presencial. El grupo estuvo compuesto por Ezequiel Bolzicco, Daniela Maradei, Thomas Marthi, Agustín Pilotto, Agustín Martínez Haarth, Santiago Agosti, Emanuel Albornoz, Rafael Dalzotto, Micaela Perillo, Eduardo Barbier (advisor)

“Tenemos un equipo que abunda en creatividad, conocimiento y persistencia”, destacó Santiago Bolzicco, estudiante de Ingeniería Industrial y líder del grupo.

“Nos apasiona la temática aeroespacial. Aprendimos muchísimo durante toda la competencia. Eso nos encanta y nos sirve para nuestra carrera y nuestro futuro”, agregó Daniela Maradei entrevistados por el medio nacional INFOBAE.

 

Ciencia argentina que no se rinde

El ITBA ya había sido finalista en las ediciones 2021, 2022 y 2024. En 2024 se ubicaron en el quinto puesto global, detrás de universidades de Estados Unidos y Polonia. En esta edición, el equipo campeón fue seleccionado por los miembros del grupo anterior, quienes también actuaron como mentores.

Uno de los referentes técnicos fue Agustín Martínez Haarth, estudiante de Bioingeniería oriundo de General Alvear, Mendoza. Medalla de Oro en la Olimpíada Argentina de Biología y ganador de la Olimpíada Argentina de Tecnología, ya había demostrado una fuerte inclinación por los proyectos científicos.

 

Logística, esfuerzo y orgullo: Becados y con pocos sponsors

El armado del prototipo fue financiado por la universidad, pero el viaje fue autogestionado. Muchos integrantes contaron con becas y apoyo institucional, mientras que el respaldo de Cancillería y Marca País resultó clave para establecer contactos con sponsors y empresas.

“Gran parte del grupo está becado. Sin sponsors sería difícil para varios poder viajar”, confesó Maradei. A pesar de las limitaciones económicas, se plantaron en la competencia con excelencia técnica, humildad y determinación.

Además del resultado, el grupo valoró la experiencia de ser evaluado por profesionales de la industria aeroespacial, entre ellos referentes de la NASA, lo cual calificaron como “un honor”.

 

Mucho más que un premio

La consagración en Virginia no solo representa una medalla para el ITBA, sino un mensaje claro: la Argentina puede ser protagonista en la carrera aeroespacial internacional.

En un país donde muchas veces la ciencia y la tecnología no son prioridad, estos logros demuestran que el talento está. Solo necesita oportunidades. Con creatividad, conocimiento y mucho coraje, estos diez estudiantes demostraron que soñar en grande también es cosa de argentinos.