columna maroccoEscribo estas líneas mientras llegan las noticias y la confirmación de que Argentina finalmente se integrará a los BRICS, el bloque global de economías emergentes que integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

Por Antonio Marocco

Se trata de una buena noticia, que fortalecerá la posición argentina en el concierto de la geopolítica mundial, pero que sobre todo aumentará las posibilidades de expansión y consolidación económica de nuestro país en base a mejores oportunidades comerciales, nuevos mercados para nuestras exportaciones y el fortalecimiento del complejo industrial nacional. El presidente Perón decía que la verdadera política es la geopolítica.

Los BRICS agrupan hoy a más del 40% de la población mundial y su actividad económica representa alrededor de un cuarto del producto bruto internacional. Especialistas de todo el mundo coinciden en que este bloque disputará el liderazgo de la economía mundial junto a Estados Unidos y la Unión Europea dentro de no mucho tiempo. Toda una oportunidad.

Lo cierto es que la incorporación de Argentina a los BRICS, al igual que la expansión productiva de Vaca Muerta, la finalización del gasoducto Néstor Kirchner, el fin de la sequía y el acuerdo con el FMI, representan circunstancias más que venturosas para la Argentina que se viene.

Yo encuentro más en el futuro que en el pasado las ansiedades de la sociedad y las motivaciones que signan los comicios.

Reside en esa tesis el argumento de que si el peronismo perdió adhesión electoral es porque ha sido incapaz de imaginar, proponer y comunicar un porvenir mejor, posible y alternativo al que propone el populismo de derecha, que a pesar de sus viejas recetas ha sido exitoso a la hora de escribir un nuevo prospecto para generar expectativas entre los más impacientes.

Estoy convencido de que la Argentina no es ese fierro caliente que según los canales de televisión nadie quiere agarrar. Por el contrario, desde el primer progresista hasta el último de los conservadores saben que, con los ajustes de la macro que incluso ya empezaron a ponerse en marcha, el futuro en el corto y mediano plazo se presenta promisorio.

La pelea no es tanto por la crisis, es por el timón de la próxima década de expansión económica nacional. Quizás por eso la rencilla de la política doméstica haya escalado al nivel de reconfigurar el sistema bipartidario moderno, bautizado por algunos como la grieta, para pasar a un esquema de tercios que incluye la novedad del fenómeno neolibertario y su representación electoral.

El peronismo tiene una oportunidad. Y la desperdiciará si la creatividad y los contenidos del discurso se centran en la campaña del miedo contra la pérdida de derechos. Porque es cierto que la mayoría de los argentinos se oponen a la privatización de la salud y la educación pública, por ejemplo, pero también es cierto que esa mayoría está frustrada con el presente y hasta el momento nada de la política tradicional la conmueve en vistas al futuro.

La oportunidad del peronismo está en la superación, en su vocación de transformación, en su audacia para ejercer el poder y volver a garantizar la movilidad social ascendente a una sociedad que se percibe estancada.

¿Resulta una contradicción que en todo el país cerca de 4 millones de votos hayan migrado del Frente de Todos a La Libertad Avanza en tan solo 4 años?

Debemos ser capaces de hilvanar: el liderazgo fuerte, la apropiación del mensaje anticasta y la dolarización como propuesta ante la pérdida del ingreso son otrora el manual de conducción política, la lucha contra los privilegios y la valorización del salario de los trabajadores.

¿Acaso no son esas las banderas históricas del peronismo? Resulta difícil creer que todavía haya muchos que no se dieron cuenta.

 

Columna emitida por FM Aries el 24 de agosto de 2023.