Quedan exactamente dos semanas para que termine la campaña electoral. Los salteños se encaminan nuevamente a elegir sus representantes.
Por Antonio Marocco
Si bien pareciera que la campaña empezó hace meses, lo cierto es que la mayoría de la sociedad recién ahora le presta mayor atención a las ideas, la experiencia y la idoneidad de los candidatos que se postulan para ocupar espacios de responsabilidad institucional.
La mayoría de los salteños no pueden vivir de campaña en campaña; el gobierno tampoco, porque tiene que atender demandas y gestionar soluciones permanentemente. La campaña permanente es un signo identitario de la antipolítica, que piensa que todo es marketing, que en vez de estudiar y trabajar en proyectos colectivos de desarrollo prefiere llevar las discusiones al plano de las emociones coyunturales, los eslóganes simplistas y la inmediatez de la televisión y las redes sociales.
A 40 años de la democracia, hubiera sido importante que se llevara a cabo un debate obligatorio entre candidatos. Sin dudas se trata de una herramienta democrática muy valiosa que se utiliza con éxito desde hace décadas en países desarrollados con altos niveles de calidad institucional.
Los debates, cuando son tomados en serio, permiten a la ciudadanía tener una mejor visión sobre los proyectos, las trayectorias y la capacidad que esgrimen los postulantes. En Salta, como tarea pendiente hacia el futuro próximo, debemos institucionalizar de manera amplia esta práctica y evitar todo tipo de sospechas y especulaciones.
Los debates no pueden hacerse a las apuradas o con intencionalidades parcializadas que persigan beneficiar ni perjudicar a nadie. Así las cosas, el 14 de mayo próximo los salteños elegirán entre la continuidad de un proyecto político claro, encabezado por el gobernador Gustavo Sáenz, y entre una oposición muy disgregada, limitada en su campaña a la crítica permanente y carente de propuestas superadoras.
Y no es que uno esté en contra de las críticas o cuestionamientos: quien no es capaz de ser crítico tampoco es capaz de superarse. De hecho, es el propio oficialismo el que tiene muy en claro las dificultades que se han enfrentado durante estos poco más de tres años.
Algunos se olvidan, quizás porque estuvieron ausentes, pero los salteños lo saben muy bien: pandemia, crisis sociosanitaria, incendios, sequía, inflación nacional histórica. Muchas adversidades que se han ido superando, siempre priorizando la salud, la vida y el trabajo de todos los salteños.
Las contramarchas no impidieron seguir trabajando en el desarrollo estratégico de la provincia. Y eso se puede palpar. Así es que llegamos a los últimos meses de este primer mandato con una nueva universidad creada, rutas, viviendas y muchas obras históricas a punto de inaugurarse.
En el orden de la ciudad, por ejemplo, ayer el gobernador Sáenz y la intendenta Bettina Romero supervisaron el final de obra del nuevo puente que le cambiará la vida a los salteños de la zona sur.
Lo mismo en el nudo vial de la circunvalación oeste, cuyo pasonivel está pronto a ser inaugurado. Lo mismo con la circunvalación norte, un proyecto estratégico que hace años espera su materialización y que dentro de poco los salteños ya podrán utilizar.
Mal que les pese a algunos, este es un gobierno que gestiona permanentemente. Cuando el objetivo es claro y el liderazgo consecuente, la diversidad enriquece todo proyecto político. Así fue en 2019 y así es ahora.
Cuando asumimos junto a Gustavo Sáenz, dijimos que veníamos para construir una Salta con más justicia e igualdad de oportunidades para todos, y también advertimos que tamaña tarea generaría el rechazo de aquellos que no querían perder sus privilegios y que hoy, maquillados de novedad, quieren volver a recuperarlos.
En fin, a los salteños les van a decir muchas cosas en estas dos semanas. Pero la verdad, dicen, que hay cosas que no hay que decirlas, porque cuando se hacen se dicen solas. Y este es un gobierno que hizo, que hace y que va a seguir haciendo. Y eso es lo que vale.
(*) Columna emitida por FM Aries el 27 de abril de 2023.