En 2023 se cumplen 40 años de democracia ininterrumpida en nuestro país. Se trata del período constitucional más prolongado de la compleja y muchas veces violenta historia argentina. Quizás por eso sea importante ponerlo en valor. Quizás, también, porque la democracia es una de las pocas cosas que la grieta no logra corroer.
Por Antonio Marocco
No se puede negar que todavía quedan resabios nostálgicos del terrorismo estatal, del autoritarismo y de las proscripciones, pero la mayoritaria sociedad argentina hace tiempo cerró filas en favor de la vida, de la paz, de la democracia, del equilibrio del poder y de la convivencia social armónica, siempre en el marco del estado de derecho.
Pero no fue siempre así, y por eso es importante reconocerlo: ser capaces de mirar hacia atrás para poder mirar hacia adelante.
La historia argentina del siglo 20 es un poco la historia de la potencia mundial que pudo haber sido; de las oportunidades truncadas a fuerza de fusiles y golpes de estado, proscripciones, persecuciones, exilios y una aristocracia perezosa, mediocre y subordinada a un orden global que siempre pretendió de este país nada más que un granero obediente y subdesarrollado.
Sin embargo, la historia nacional del siglo 20 también es una historia de luchas, reivindicaciones y conquistas sociales.
Es la historia de la primer democracia liberal, republicana y federal de Sudamérica, la historia de un país ilustrado, industrializado y conectado por ferrocarriles. Un país que incentivó como ningún otro en el continente la consolidación de la clase media trabajadora y la movilidad social ascendente: el país de las universidades públicas, de la salud pública, de ciudadanos premio Nobel, de campeones del mundo, de gente buena y solidaria, de inventores, intelectuales, de artistas universales y científicos prodigio.
A 40 años de la recuperación de la democracia, es valioso recordar la gesta del pueblo que le dijo adiós a la guerra -a la muerte- y eligió para siempre la paz y la vida.
Pero sin dudas es igual o más valioso poner algunas cosas en cuestión y en perspectiva.
¿Qué pasó que no logramos aquello que nos habíamos prometido sin distinciones? ¿Aquello de que con la democracia se come, se cura y se educa?
A la democracia argentina le hace falta desarrollo para garantizar la igualdad de oportunidades. Está en esa deuda uno de los grandes motores de la insatisfacción democrática que hoy capitalizan, paradójicamente, los promotores de la desigualdad.
Los aniversarios a veces sirven para eso. Para recordar y repensar, pero también para elegir. Hacia dónde vamos, con qué nos quedamos, con quiénes marchamos.