columna maroccoMuchas veces, las tribunas del poder mediático suelen cuestionar con vehemencia a la política cuando juzgan que se ha incurrido en alguna práctica oportunista.

Por Antonio Marocco

Pero, curiosamente, no ocurre lo mismo con la Justicia, ni con otros poderes fácticos que, por ejemplo, aprovechan determinadas fechas para subir los precios por encima de la inflación. Hay alianzas, o incluso sociedades, que ya se vuelven demasiado evidentes.

¿No resulta cuanto menos curioso que la Corte Suprema difunda un fallo que va a perjudicar a 44 millones de argentinos en medio de los festejos por la obtención de la copa del mundo? Como para que pocos se enteren y se indignen. Pero claro, la cadena mediática nacional que se monta cada día desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no suele incorporar en su agenda las injusticias y asimetrías que padecen todas las provincias que llaman, genéricamente, “el interior del país”.

Debemos decirlo con todas las letras: es un escándalo que los jueces del máximo tribunal de la Nación hayan resuelto inmiscuirse en la distribución de la coparticipación federal en favor de la CABA y en detrimento de 23 provincias. Lo que hizo la Corte con su fallo ayer fue profundizar las desigualdades históricas que sufre el interior y consolidar los privilegios para el distrito más rico del país.

Solo hace falta revisar los datos del INDEC para descubrir que el desempleo o las necesidades básicas insatisfechas en el interior del país son mucho más dramáticas que en la Capital Federal.

Lo mismo ocurre si observamos el Producto Bruto por Habitante: la Ciudad Autónoma de Buenos Aires registra
ingresos per cápita superiores a los de la ciudad de Bruselas, sede de la Unión Europea. En contraste, en el norte argentino por ejemplo, los gobiernos estamos condicionados a administrar presupuestos escuetos para atender demandas urgentes e ilimitadas.

Recapitulando, la Corte de Justicia ha decidido con un fallo completamente arbitrario aumentar los fondos coparticipables destinados a la CABA, lo que implica un recorte en los recursos que recibirán las 23 provincias. De esta manera, el máximo tribunal convalidó una política centralista que por un simple convenio había dispuesto el expresidente Mauricio Macri durante su gestión en favor de su terruño y en desmedro de las demás jurisdicciones.

Hay otro aspecto también muy grave y que desde las tribunas hegemónicas omiten siquiera mencionar: el avasallamiento por parte del Poder Judicial sobre las facultades presupuestarias del Congreso de la Nación para decidir sobre la distribución de los recursos nacionales. Es decir, con este fallo que consolida los privilegios de la Ciudad Buenos Aires, la Corte no solo ha atentado contra el federalismo, sino también contra la división de poderes que ordena nuestra Constitución Nacional. Paradójicamente, quienes han protagonizado esta afrenta son los mismos que se autoproclaman paladines de la república y la moral.

En paralelo, la oposición en el Congreso se niega a dar quórum para debatir el proyecto de país que los argentinos se merecen. Desconocen el ámbito natural de debate y construcción de consensos, porque claro, al proyecto de país que pretenden lo defienden desde el poder mediático y lo ejecutan desde los sótanos judiciales. Cambian leyes por cautelares.

Para cerrar, la Corte aprovechó la celebración del mundial para fallar contra los más de 44 millones de argentinos que viven pasando la General Paz. Pero se equivocan si piensan que esto pasará desapercibido.

Porque una cosa es el oportunismo y otra muy diferente el sentido de oportunidad.