Por Antonio Marocco (*)
Comenzó un nuevo Milagro y los salteños de creencias nos aprestamos a vivirlo con intensidad y devoción.
Después de dos años pudimos volver a las misas, la gente a las plazas y los fieles a rezar la novena. Miles de peregrinos vienen caminando desde distintos lugares de la provincia con las mochilas cargadas de fe, de ruegos, de gratitud.
Después de dos años atípicos, la semana que viene vamos a volver a vivir la procesión de cada 15 de septiembre, que esta vez promete ser multitudinaria.
Ese día, el último del Triduo, renovaremos el Pacto de Fidelidad con nuestros Santos Patronos, el Señor y la Virgen del Milagro.
Todos los salteños, de alguna u otra manera esperamos el Milagro. Pero ahora lo que necesitamos es, también, un milagro en el país.
Pero al tiempo que nuestra sociedad vive un mes de fe y esperanza, recibimos como contrapartida, desgraciadamente, noticias que nos hacen retroceder. Jóvenes, mujeres y hombres que han perdido la vida en circunstancias violentas, con la aparición de delitos que hace no demasiado tiempo desconocíamos.
Y esas cosas pasan aquí, en nuestra sociedad. No podemos mirar para otro lado: necesitamos tomarlo en toda su dimensión y poner todos los esfuerzos para evitar que el delito siga ganando terreno y golpeándonos.
Pero volvamos al tema: decía que la Argentina necesita una suerte de Milagro, o para ponerlo en términos más terrenales, un nuevo paradigma que nos encamine hacia un futuro venturoso.
Y ya tenemos el puntapié. Esta semana, en Chaco, los gobernadores de las 10 provincias del NOA y NEA inauguraron la primera Expo Norte Grande. Se trata de una iniciativa sin precedentes que promueve la integración regional y exhibe el enorme potencial productivo, industrial, cultural y gastronómico de nuestra región.
Este es el fruto del esfuerzo de 10 provincias, que desde hace 2 años y medio vienen trabajando para esto. Para mostrarle al país y al mundo que este bloque de 850 mil kilómetros cuadrados de superficie y 10 millones de personas tiene las ganas, la planificación y el rumbo para emprender el desarrollo de la Argentina.
En ese sentido, vi con alegría que el ejemplo del Norte Grande se empieza a replicar en otras zonas del país. Esta semana se reunieron los gobernadores de la Zona Centro, es decir Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, para levantar las mismas banderas que levantamos nosotros.
Sosteniendo los principios del federalismo, ellos también plantearon la imperiosa necesidad de reducir las asimetrías con el Área Metropolitana de Buenos Aires, de distribuir mejor los recursos nacionales, de concretar los Corredores Bioceánicos y de desarrollar definitivamente la industria del biocombustible en la Argentina.
El trabajo realizado no fue en vano. Esos principios que venimos sosteniendo desde hace más de dos años, poco a poco empiezan a estar en la agenda permanente de todos los gobiernos del país. Y eso marca una esperanza: los argentinos, pese a que muchos nos quieren hacer creer que no, somos capaces de ponernos de acuerdo en 3 o 4 puntos centrales para empezar a cambiar la historia.
Y cuando digo la historia, me refiero a nuestra historia, esa historia maravillosa que empezaron a escribir grandes hombres cuyo ejemplo es cada vez más valioso.
El esfuerzo que requiere hoy la Argentina es el mismo esfuerzo que puso el General Manuel Belgrano, cuando luego de que los realistas recuperaran una porción del territorio, allá por 1812 pidió sacrificio.
Pidió sacrificio a sus tropas cansadas y pidió sacrificio al pueblo del norte, al ordenar que se retiren de su tierra produciendo el Éxodo Jujeño. Así, los ciudadanos abandonaron sus hogares, se llevaron los víveres que pudieron y destruyeron los demás, dejando tierra arrasada para diezmar las tropas enemigas.
Ahí, en el camino, hostigado por las circunstancias y por el repliegue, se produjo cerca de Metán el Combate de las Piedras. En ese lugar que dio nacimiento a uno de los 60 municipios que actualmente componen nuestra provincia, el de Río Piedras.
Desobedeciendo las órdenes de sus superiores, el General Belgrano presentó batalla al ataque enemigo y con el coraje de los patriotas salió victorioso contra todo pronóstico. El Ejército levantó la moral, empezó a creer en sus posibilidades y se predispuso a encarar con brío lo que unos días después sería la Batalla de Tucumán.
El resultado final de aquella epopeya es conocido por todos y nos trae aquí, 210 años después, a la República Argentina. A un país que, dos siglos después y en circunstancias totalmente diferentes, necesita volver a escuchar a uno de sus padres fundadores.
Dijo Belgrano en 1812:
“Cuando el interés general exige las atenciones de la sociedad, deben callar los intereses particulares, sean cuales fuesen los perjuicios que experimentasen. Este es un principio que sólo desconocen los egoístas y los esclavos, y que no quieren admitir los enemigos de la causa de la Patria. Causa a que están obligados cuantos disfrutan de los derechos de propiedad, libertad y seguridad en nuestro suelo, debiendo saber que no hay derecho sin obligación y quien sólo aspira a aquel sin cumplir con ésta, es un monstruo abominable, digno de la execración pública y de los más severos castigos.”
(*) Columna emitida por FM Aries el 8 de septiembre de 2022.