Se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento de uno de esos hombres que suelen cambiar la historia, que inauguran épocas. Hombres que trascienden su causa y se vuelven causa para las generaciones posteriores.
Por Antonio Marocco
Decía Juan Domingo Perón, en el primer centenario del fallecimiento, que San Martín “no pudo conformarse con andar por entre las cosas ya creadas por los otros. Se puso febrilmente a crear, y con esa creación revolucionó las ideas y los hechos”.
Perón destacaba la gesta sanmartiniana porque, además, enfrentando al statu quo, impulsó su lucha libertaria y conquistó la victoria “ante la incredulidad de los mediocres, ante el escepticismo de los incapaces, y bajo la crítica, la intriga y la calumnia de los malintencionados”.
La historia argentina fue siempre un poco así. Una disputa abierta en múltiples dimensiones, desde lo cultural a lo material: una lucha de intereses entre quienes defienden privilegios y entre quienes pretenden destruirlos para darle paso a una comunidad más justa e igualitaria.
Sin ir más lejos, y como sucedió durante más de un siglo con Güemes, la historia oficial porteña siempre destacó la carrera militar de San Martín, al tiempo que decidió ocultar o soslayar deliberadamente la cuestión política.
San Martín no solo quería una Patria independiente de la colonia española en términos administrativos. San Martín entendía que la verdadera emancipación de Argentina y Latinoamérica toda, dependía no solo de las armas, sino de alcanzar también un desarrollo político, social y económico que garantizara el ejercicio de la soberanía.
San Martín quería una nación de hombres y mujeres iguales. Una nación que trascendiera la por entonces europea y aristocrática ciudad de Buenos Aires.
Perón terminaba su homenaje a San Martín resaltando que “los hombres superiores, a menudo, sirven para dirigir epopeyas”, y completaba: “después de ellos, venimos los hombres comunes, que, bien dirigidos, servimos para todo o no servimos para nada”.
En fin, debo reconocer que prefiero los homenajes que celebran los aniversarios de natalicio por sobre los que recuerdan el fallecimiento.
En este aspecto, Borges ponderaba la tradición sajona frente a la latina, ya que los sajones suelen celebrar sus rituales durante las fechas que indican el inicio de la vida y no el final.
Creo que es más justo. Pues el legado de los grandes hombres, como es el caso de San Martín, merece estar más presente en las acciones vivas de los pueblos que en los bronces inertes.
(*) Columna emitida por FM Aries el 18 de agosto de 2022.