Esta semana visité distintos municipios de la provincia. Inaugurando escuelas junto al ministro de Educación de la Nación, recorriendo obras y compartiendo con los vecinos.
Por Antonio Marocco (*)
A pocos días de un nuevo aniversario de la fundación de nuestra Salta, pensaba en los valores que aportamos los salteños a la identidad de la Patria. Nuestro Héroe Nacional, don Martín Miguel de Güemes, es nuestro principal abanderado en la historia. Pero no fue el único.
Cuando estuve en Molinos recordé a Indalecio Gómez, oriundo de esas tierras, quien fue el autor intelectual de la conocida Ley Sáenz Peña, que lleva el nombre del que en ese entonces ejercía la presidencia de la Nación.
Esa ley que nos iguala, que establece el voto universal, obligatorio y secreto para que nadie lo condicione. Es, sin dudas, una ley fundamental para la construcción democrática de nuestra historia.
Y la hizo un salteño, un hombre de Molinos que alguna vez jugó en esos cerros donde hoy cientos de niños tienen jardines de infantes, escuelas y colegios modernos para capacitarse.
Pensaba también en Victorino de la Plaza cuando visité su Cachi natal. Un cacheño de fuste que con trabajo y esfuerzo llegó a ser Presidente de la República, ni más ni menos. Y fue justamente el presidente que puso en vigencia la ley que antes mencionaba.
Lo recordaba al ver a los estudiantes secundarios conectándose a internet a través de sus computadoras para acceder a un mundo de posibilidades.
En Apolinario Saravia, fue imposible no acordarse de aquel patriota que da nombre al pueblo. Chocolate Saravia, ese hombre de Belgrano que fuera clave en la preparación de la Batalla de Salta, el hito que puso un freno a la invasión realista y delimitó el territorio que hoy compone la Argentina.
Pensaba que a veces nos vemos lejanos a los grandes centros de decisión y creemos que no podemos hacer nada. Pero qué equivocados estamos.
La llave del futuro es el conocimiento, la única herramienta verdaderamente poderosa para transformar realidades. Para afrontar los desafíos de ese futuro que será cada vez más demandante.
Por eso es clave estar preparados, porque ya no alcanza con mirar solo a nuestra provincia. Ni siquiera a nuestro país. Los mercados cada vez más globales nos obligan a tener una mirada mucho más amplia hacia el mundo, desde cualquier localidad de Salta.
Pensaba en eso mientras veía con entusiasmo cómo cientos de estudiantes del departamento de Anta cursan sus estudios universitarios a distancia en la Universidad Católica. Pero ¿cómo lo hacen si muchos de ellos todavía no tienen los elementos tecnológicos necesarios para una modalidad virtual? La respuesta es menos compleja de lo que parece.
Se juntaron el Gobierno Provincial, el Municipio y el sector privado.
La municipalidad puso el edificio, las computadoras y la conexión a internet. La universidad habilitó el cursado a distancia y la posibilidad de rendir allí los exámenes finales.
Finalmente, la Provincia implementó el boleto estudiantil gratuito para que los chicos puedan ir sin problemas.
De esta manera, 130 estudiantes del departamento de Anta comparten clases y exámenes con sus compañeros en un ambiente universitario.
Además, me alegré al enterarme que el Gobierno Nacional está trabajando para apoyar con becas a algunos jóvenes que no pueden costear esos estudios.
Es un ejemplo maravilloso de trabajo en equipo para solucionar un problema que no estaba claro a quién le correspondía resolver.
Cada sector aportando lo suyo, sumando voluntades y esfuerzos, articulando entre la parte pública y la privada se logró que, donde antes había 10 estudiantes a los que les costaba mucho estudiar, hoy haya 130 incorporados al sistema. Y la cifra sigue y seguirá creciendo.
Quizás no sea la solución de fondo a los grandes males del mundo. Quizás no sea el plan perfecto que resolverá los problemas de la sociedad en su conjunto. Pensaba, cuando me iba de Saravia, en esos mega planes perfectos que no existen.
¿Y si mejor probamos aportando cada uno desde nuestro lugar para cambiar los pequeños problemas que nos rodean? ¿Y si buscamos soluciones comunes a los males que compartimos con otros?
Si dejamos de esperar soluciones mágicas, si aflojamos un poco con las críticas muchas veces desmedidas y nos comprometemos a mejorar nuestro entorno, tal vez el mundo empiece a cambiar. O Salta. O Apolinario Saravia.
No imagino a Indalecio, Victorino o al Chocolate renegando desde el sillón de su casa y diciendo que la culpa siempre es del otro. Tampoco imagino a un millón de próceres haciendo grandes sacrificios por la Patria. En el mundo de hoy ni siquiera hace falta.
Con que cada uno, desde su lugar y su tiempo se comprometa a hacer de su familia, su trabajo o su comunidad un lugar un poquito mejor, un poquito más justo y un poquito más pacífico, alcanzaría.
Porque la suma de esos poquitos redunda en mucha, pero mucha más justicia, menos desigualdades, más oportunidades y libertad.
"Los logros de hoy se basan también en los sueños y esfuerzos de ayer", les dijo el director del Colegio Secundario de Apolinario Saravia a sus alumnos. Y si lo invertimos, es también una realidad.
Que esta semana santa nos encuentre en esa reflexión.
(*) Columna emitida por FM Aries el 14 de abril de 2022.