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Inicio diciendo que lo que sucedido el 20 diciembre del año pasado, a mi juicio, fue la mayor expresión de alegría popular en las calles que vivimos los argentinos, al menos en los últimos 100 años. Alegría absolutamente transversal política y socialmente.

Por Aldo Duzdevich (*)

Allí estaban las rubias chetas de Barrio Norte, mezcladas con los pibes del conurbano profundo. Los que dan la vida por Cristina, con los votantes de Milei y la Pato. Todos abrazados a la bandera argentina rindiendo culto al nuevo Dios del Olimpo Argentino Lionel Messi.

Fue una expresión pura de alegría popular, que no cabe en las interpretaciones rebuscadas de los analistas y periodistas militantes de la grieta. Ni la nota de Página 12 “Gano el odio. Perdió la democracia”, porque los jugadores no fueron a la Rosada. Ni el comentario insidioso de La Nación “Alberto Fernández, el único presidente en la historia que no pudo recibir a un equipo campeón del mundo”. Le gente ni se enteró, y nadie en la calle estuvo pendiente de otra cosa, mas que poder acercarse a los dioses que bajaban del Olimpo.

Dicho esto me voy a referir a estos dos hechos históricos que por edad me toco vivir, arrancando por la primer enorme diferencia. En 1973 muchos jóvenes fueron a recibir a Perón con un arma en la cintura. En 2022 me agarró dolor de cintura, pero de cargar a Valen, la mas chica de mis cuatro nietos. Lo que habla de lo bien y mucho que hemos evolucionado los argentinos.

 

Del todos somos Scaloni al todos somos Berni y Anibal Fernandez

Durante días leía en el facebook los inefables DT criollos, dando directivas a Tapia y Scaloni, poné a fulano, sacá a mengano. Y luego, con el recibimiento a la selección aparecieron cientos de especialistas en organización y seguridad de grandes movilizaciones, diciendo “son inútiles” “la organización un desastre” “tendrían que haber puesto mas motos”, “hubiesen doblado por allá”... etc. etc.

Entonces quiero aclarar que no está en mi ánimo subirme a la ola de los criticones del “yo lo hubiera hecho de otra manera”. Pero, confieso que mientras miraba por la tele los movimientos del ómnibus y la gente, no podía dejar de pensar en como se pensó y organizó, aquella también gigantesca movilización del 20 de Junio de 1973 para recibir a Perón que llegaba en avión a Ezeiza.

Por años de militancia política me ha tocado participar de grandes actos y movilizaciones. Moverse en medio de multitudes siempre es complejo y riesgoso. En los actos políticos generalmente la mitad de la gente va encuadrada, organizada y la otra mitad es gente suelta. Los que van organizados, responden a las directivas de avanzar, detenerse, empujar o aflojar. Esto permite tener un control sobre la multitud.

Pero en el evento del martes 20, salieron a la calle en forma espontanea, completamente desorganizada y libre, 3 o 4 millones de personas. Todos, con la expectativa e ilusión de acercarse al ómnibus de los campeones del mundo. Una marea humana imprevista e imposible de contener y ordenar. Que el SAME informe un saldo de 18 heridos por accidentes varios es hablar de un éxito total.

El mas grave peligro en estas concentraciones multitudinarias son las estampidas. Se produce una estampida, cuando un sector de la multitud comienza a correr y trasmite pánico, que genera mas corridas, sin que nadie puede frenar el caos. Nadie tiene intención de dañar a otro, pero inevitablemente muchos terminan en el suelo y golpeados. En 2015 en Arabia Saudita, en la peregrinación a la Meca de cuatro millones de personas, una estampida produjo 2177 muertos . En Argentina en 1968, en la puerta 12 del estadio de River se produjo una estampida, que dejo un saldo de 80 muertos y 150 heridos.

Una situación de descontrol en la multitud puede generarse por varias causas. Por eso, es fundamental que la autoridad policial se maneje con mano de seda. Podría rodearse el micro con vehículos policiales, pero la gente se acerca igual, y un accidente con algún imprudente puede detonar el enojo y descontrol. En esa linea, la Policía Federal avisó que los hidrantes iban a tirar agua para refrescar y no para reprimir a nadie.

 

Como estuvo previsto el acto de Ezeiza en 1973

Ademas de la vivencia personal, he investigado y escrito sobre los hechos del 20 de junio de 1973. No voy a volver en esta nota al debate sobre el que escribí varias veces. Solo me interesa describir como estaba organizado y porque razón hubo trece muertos y no dos mil como en la estampida de la Meca y otras.

Si bien el regreso de Perón luego de 18 años de exilio era un acto político, tiene similitudes con el recibimiento a la selección. En primer lugar, ambos son un acontecimiento en el cual millones de argentinos van a manifestar su alegría. Mucha gente iba organizada por diferentes grupos y sindicatos, y muchos fueron por su cuenta a participar del acto.

En ambos casos, los protagonistas llegaban en avión a Ezeiza y se preveía que iba a asistir muchísima gente, sin tener claro el numero.

Uno de los temas organizativos mas importante en actos multitudinarios, es resolver la vía de ingreso y salida del o los protagonistas. En todos los casos, la seguridad se encarga de controlar con vallados, cortes de calles y custodia, que las vías de ingreso y salida estén libres de público.

El 20 de junio se instaló un gran escenario sobre la Richieri mirando a Capital, en el rulo que sube a la autopista a Cañuelas, frente al Barrio Uno. Delante del palco se abría una amplisima zona de áreas verdes y toda la Richieri hacia capital, con capacidad para centenares de miles de personas.

A espaldas del escenario quedaban los pocos km de autopista al aeropuerto de Ezeiza y esa era la ruta de ingreso y egreso de la comitiva. La organización el acto en los días previos remarcó que la espalda del escenario era zona vedada al publico pues por allí iba a ingresar y salir Perón y su comitiva.

¿Que falló? Desde la zona sur ingreso una gran columna de militantes, pudiendo ubicarse muy cerca del lateral izquierdo del palco. Pero, una parte de la columna que había quedado muy atrás resolvió cruzar por detrás del palco, para ir a ubicarse del lado derecho. Cuando iniciaron el cruce chocaron con los grupos de “custodia” del palco. Todos los enfrentamientos se produjeron detrás del palco. Quienes estaban adelante no participaron de las refriegas. Solo se enteraban por los altavoces que algo malo estaba pasando, y porque se sentían silbidos de balas. Pero en la multitud de mas de un millón y medio de personas, que estaban ubicados delante del palco, en ningún momento cundió el pánico ni se produjeron estampidas.

Bien, hasta allí el relato de lo sucedido y malogrado hace 40 años atrás. Volviendo al recibimiento a la selección nacional, da para pensar si poner un palco en el mismo lugar o mas cerca de CABA, no hubiese sido una estrategia correcta. En realidad cuando anunciaron que los jugadores iban a saludar desde la 25 de Mayo y 9 de Julio era intentar esta idea. Un sitio alto con un espacio ancho debajo y con una ruta de acceso despejado. Obviamente no pudo ser porque la gente mucho antes copo toda la autopista.

Tal vez, un buen palco sobre Richieri, en altura, con los sistemas modernos de pantallas gigantes que dan visión desde mucha distancia a todos, hubiese resuelto un recibimiento multitudinario y en paz.

Ya paso, pero sería un buen dato a tener el cuenta para el 2026. Tal vez no debamos esperar otros 36 años para una cuarta estrella. Así que los Berni y Anibal del futuro tomen nota de la historia, que conocerla sirve para no tropezar dos veces con la misma piedra.

 

(*) Autor de Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón.