Gobierno de Salta
Banner central top 1 separador

09 04 duz

Para el PST y el Partido Obrero, Isabel no podía durar ni un minuto más. Pero no imaginaban que lo peor estaba por venir.

Por Aldo Duzdevich (*)

En mis notas anteriores sobre “qué dijimos del golpe del 24 de marzo”, vengo exponiendo que contrariamente a lo que se puede creer, la caída del gobierno peronista era vista como una necesidad y/o solución por gran parte del arco político, incluyendo a los partidos de izquierda y las organizaciones guerrilleras.

Isabel Martinez de Perón asumió un gobierno que ya se le había puesto difícil al mismo Perón. Con una situación económica complicada, y un clima de violencia por izquierda y derecha nunca visto en la historia del siglo XX. A mediados de 1975 la aplicación del plan Rodrigo había generado un fuerte ajuste y descontento social. Pero las movilizaciones de la CGT peronista habían depuesto a Rodrigo y su mentor Lopez Rega.

Es preciso recordar que en la Argentina previa al golpe, había una desocupación real del 3,3%, la participación de los trabajadores en el PBI era del 49,5%; la población bajo el nivel de pobreza era el 3,2% y la deuda externa estatal era de 4 mil millones de dólares.

Sin embargo, la impaciencia de los sectores de radicalizados, jugaba en sintonía con los sectores de la oligarquía, que boicoteaban con paros patronales, mercado negro, corridas bancarias etc.. Y finalmente todos coincidían en que era urgente voltear al gobierno.

Perón decía que lo mejor suele ser enemigo de lo bueno. Y como lo vino a demostrar la historia, lo bueno en ese momento, era preservar la democracia para llegar a octubre de 1976 a las elecciones ya convocadas. Los impacientes empujaban a un gobierno que se caía. Pero, desconocían que lo peor estaba por venir.

 

Para la izquierda el gobierno de Isabel, no debía durar ni un minuto mas

Los documentos del Partido Socialista de los Trabajadores emitidos previo al 24 de marzo de 1976, muestran -no un apoyo al golpe- pero si: “la inconveniencia de que (el gobierno peronista) continúe un solo minuto más”. Y después del 24/03: “la destitución del peronismo fue un hecho que los militares cumplieron a su manera”.

Esta frase “la destitución del peronismo fue un hecho que los militares cumplieron a su manera,” se acerca bastante a la frase que utilizó en Partido Comunista (PC): “El Partido Comunista está convencido de que no ha sido el golpe del 24 el método más idóneo para resolver la profunda crisis política y económica, cultural y moral. Pero estamos ante una nueva realidad”.

El Partido Obrero, según un documento del 1/3/77 (un año después del golpe) afirmaba: “Descartamos la caracterización de fascista del gobierno militar (...) el gobierno militar es un gobierno burgués contrarrevolucionario de tipo semi-bonapartista”. Aclaremos que según la concepción marxista, los gobiernos de Perón fueron “bonapartistas”. Entonces, una dictadura “semi-bonapartista” no parecería ser tan negativa.

El PO también se ocupaba de criticar la posición del PC y PST: “Es así que el PST y el PC sostienen que estaríamos ante un gobierno, si no redondamente democrático, al menos ambiguo, indefinido, y de ninguna manera contrarrevolucionario”.

 

Las fuertes criticas del PST al gobierno peronista

Un mes antes del golpe, el PST manifestaba estar en contra de un golpe militar. Proponía una salida obrera y socialista, que asumía, no estaba en condiciones de realizar. Entonces su propuesta era la renuncia del gobierno, para que asuma como presidente un diputado obrero y convoque a una asamblea constituyente. Recordemos que en ese momento, los diputados obreros pertenecían a la CGT y 62 Organizaciones Peronistas, o sea proponían que asuma como presidente un miembro de la tan denostada “burocracia sindical”.

En el análisis de coyuntura de la revista oficial del PST, Avanzada Socialista Nº 179, del 23 de febrero de 1976, podían leerse estos conceptos:

“Por eso, antes que nada tenemos que señalar la responsabilidad del gobierno peronista. El pretende hacer pagar la crisis a los trabajadores; él es el primer culpable de esta inflación, que es una de las más altas del mundo, de este salario que es el más bajo en quince años, de los centenares de presos políticos sin causa ni proceso.”

“Así como condenamos el golpe militar como la peor de las falsas alternativas, debemos advertir que tampoco sirven las llamadas “soluciones institucionales”. ¿Acaso el mismo puñado de políticos que hasta aquí acompañó al Gobierno puede decidir a puertas cerradas quién y hasta cuándo nos va a gobernar?”

“Pero esta solución no puede ser impuesta por nuestro Partido minoritario, ni por ningún grupo por más iluminado que se crea. Esta solución, que requiere la movilización y el convencimiento de la mayoría de los trabajadores, necesita de un gran partido obrero y revolucionario, partido que estamos construyendo. Pero su carácter todavía minoritario cierra momentáneamente esa profunda y definitiva solución”.

“En primer lugar, lo más inmediato es reclamar que renuncie el Gobierno, principal responsable de la crisis. A continuación, que la presidencia sea asumida por uno de los actuales diputados obreros, cuyo nombre sea indicado por un Congreso de Delegados de la CGT y posteriormente refrendado por el resto de la Asamblea Legislativa. Por fin, que la Asamblea Legislativa convoque inmediatamente a elecciones para Asamblea Constituyente”.

“En esta Asamblea Constituyente, con participación de todos los partidos políticos que representen a los distintos sectores del país, se discutirá y resolverá democráticamente qué plan económico y que régimen político vamos a establecer. Estos tres pasos: renuncia del Gobierno, elección de un diputado obrero como presidente provisorio y convocatoria a una Asamblea Constituyente, son la posibilidad de una superación democrática e incruenta de la crisis”.

 

Los militares cumplieron a su manera

En la revista semi-legal del PST, Cambio Nº 1 del 15 de mayo de 1976, una nota analiza el golpe militar bajo el titulo: “Historias breves. La caída del gobierno peronista”. Aquí algunos párrafos de dicha nota:

“Más allá de las razones principistas que llevan a toda opinión sanamente democrática a oponerse a los golpes de estado o del juicio concreto que puedan merecer las medidas del actual gobierno, la destitución del peronismo fue un hecho que los militares cumplieron a su manera, después que la marea popular no alcanzó a hacerlo por la defección de sus dirigentes”.

“¿Cayó el gobierno peronista sólo por el empecinamiento de Isabel Perón, por su negativa a renunciar a tiempo? El sólo plantearse esta pregunta ya proporciona media respuesta.

Porque la alternativa era esa: para no ser destituido debía renunciar. Y ello no era sólo una imposición anticipada —como se recordará— por el general Anaya o por varios partidos políticos.

Era, fundamentalmente la disyuntiva que fijaban las grandes mayorías populares que, muy poco tiempo atrás, apenas tres años, habían votado por el peronismo y ahora repudiaban a su gobierno”.

“Pero la impaciencia y la indignación popular, aunque huérfana de una conducción centralizada que defeccionó mucho antes que Casildo Herreras se “borrara” o que Lorenzo Miguel jugara su suerte a Isabel Perón, siguió manifestándose en forma creciente en una tensión social insufrible y en conflictos que se interiorizaban, a falta de otro canal, dentro de las empresas. En este marco, aguardar otros nueve meses de pesadilla y crisis hasta unas elecciones azarosas resultó imposible”. “Todo un pueblo clamaba contra el gobierno, que terminó sólo sostenido por una fracción de la cúpula sindical, cuyos llamados no escuchó nadie, y por un sector de la ultraizquierda”.

 

“Descartamos la caracterización de fascista” decía el Partido Obrero

Un año después del golpe, el 1º de marzo de 1977, se publica “Documento de la Conferencia Nacional de PO, como Cuadernos de Estudios Sociales Nº 1”. Un extenso documento cuyo eje de análisises es la “situación interrevolucionaria” que viven las masas. Hay largos párrafos para polemizar con el PST y el PC.

Lo llamativo es que a un año del proceso militar, no hay ninguna mención a desaparecidos, centros clandestinos, o terrorismo de estado. El único breve párrafo sobre la represión es el siguiente : “La desorganización del movimiento obrero es muy grande y la represión sigue golpeando duramente a los activistas y a los elementos descontentos de la pequeña burguesía”.

Veamos algunos párrafos:

“Al cabo de una serie de discusiones hemos llegado a la conclusión de que existen lagunas en nuestra formulación programática referida a la nueva situación política creada con el golpe militar.”

“Existe entre nosotros un acuerdo en el sentido de que la victoria del golpe del 24 de marzo revirtió la situación revolucionaria que había comenzado a desarrollarse con la huelga política de masas de junio-julio de 1975.”

“Fuimos perfectamente claros desde un comienzo en trazar la diferencia entre la situación post-golpista argentina y la de Chile luego de 1973. Dijimos: 1) que no había tenido lugar un aplastamiento de los trabajadores, como podía haber resultado de un enfrentamiento abierto con el golpe militar; 2) que no se había producido una derrota decisiva de las masas, entendiendo por tal una anulación prolongada de la capacidad de resistencia de los explotados.”

“La diferencia entre los golpes de Estado de Argentina y Chile ha sido utilizada, sin embargo, para producir una colosal distorsión en la caracterización de la situación, de la etapa y del régimen político que nacen el 24 de marzo. Es así que el PST y el PC sostienen que estaríamos ante un gobierno, si no redondamente democrático, al menos ambiguo, indefinido, y de ninguna manera contrarrevolucionario”.

“Hemos señalado en otros documentos que el gobierno militar es un gobierno burgués contra revolucionario de tipo semi-bonapartista, es decir, orientado a destruir toda organización independiente del proletariado, y que juega un papel de arbitraje entre la burguesía nacional y el imperialismo. Descartamos la caracterización de fascista debido a que el gobierno no cuenta con el apoyo de un movimiento contra revolucionario pequeño burgués y a que tampoco constituye la dictadura militar de un solo partido (con lo que esto supone como unidad de objetivos y disciplina de organización) contra el resto de los partidos burgueses y las organizaciones obreras.”

 

(*) Autor de "Salvados por Francisco" y "La Lealtad. Los montoneros que se quedaron con Perón".