Un aspecto no muy comentado sobre la fuga Rawson y posterior masacre de Trelew, fueron las diferencias políticas entre el ERP y Montoneros en ese momento.
Por Aldo Duzdevich (*)
Son muchísimos los relatos ya publicados sobre la descripción de estos hechos. Voy a abordar un aspecto que tiene que ver con un debate político que se plantea en esos días, y se va a prolongar en los dos años siguientes, las diferencias políticas ideológicas entre Montoneros y el ERP.
Los hechos
En el penal de Rawson estaban confinados mas de cien guerrilleros del ERP, FAR y Montoneros. Se consideraba una cárcel de alta seguridad, entre otras cosas por la lejanía de los grandes centros poblados, y la dificultad de escapar por la meseta patagónica a 1300 km de Buenos Aires.
En el penal, se constituyó un comité de fuga, integrado por los jefes del ERP, Mario Santucho, Domingo Menna y Enrique Gorriarán Merlo; de las FAR, Roberto Quieto y Marcos Osatinsky, y de Montoneros, Fernando Vaca Narvaja. Luego de evaluar distintas posibilidades, decidió un plan.
El mismo consistía en tomar el penal desde adentro y liberar un centenar de militantes prisioneros. En las puertas del penal dos camiones los trasladarían a todos, hasta el aeropuerto de Trelew distante a 17 km. Allí un grupo externo concretaría la toma de un avión de Austral para dirigirlo a Cuba.
El día 15 de agosto, a las 18:20 hs se inició el operativo de toma del penal que se logró rápidamente. Solo hubo un intercambio de disparos, con un guardiacárcel que cayó muerto. Pero, los responsables de los camiones, creyendo que la toma había fracasado se dieron a la fuga. Solo quedó un Ford Falcon, en el cual subió el primer grupo de los jefes. Luego un segundo grupo de 19 militantes, logró conseguir tres taxis para su traslado. El resto quedó dentro de la cárcel. Solo el primer grupo logro llegar a tiempo al avión, y ante la inminencia de ser detenidos despegaron rumbo a Chile. Los 19 restantes que llegaron cuando el avión estaba en vuelo, convocaron a la prensa y con la presencia de un juez se entregaron a efectivos de la Base Aeronaval.
Lograron huir Mario Roberto Santucho, Enrique Gorriarán Merlo, Fernando Vaca Narvaja, Marcos Osatinsky, Roberto Quieto y Domingo Menna.
Fueron hechos prisioneros en el aeropuerto : Rubén Pedro Bonet, Eduardo Adolfo Capello, Mario Emilio Delino, Alberto Carlos del Rey, Clarisa Rosa Lea Place, Miguel Ángel Polti, José Ricardo Mena, Ana María Villarreal de Santucho, Humberto Segundo Suárez, Humberto Adrián Toschi y Jorge Alejandro Ulla, del Ejercito Revolucionario del Pueblo ERP; María Antonia Berger, Alberto Camps , Carlos Astudillo, Alfredo Elías Kohon y María Angélica Sabelli de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR); y Ricardo René Haidar, Susana Lesgart y Mariano Pujadas de Montoneros.
Alojados, en la Base Aeronaval Almirante Zar, a las 03:30 del 22 de agosto, los 19 detenidos son despertados y sacados de sus celdas, y mientras estaban formados, fueron ametrallados indefensos por una patrulla a cargo del capitán de corbeta Luis Emilio Sosa y del teniente Roberto Bravo. La mayoría murió en el acto, y algunos fueron rematados con armas cortas en el piso. Gravemente heridos sobrevivieron María Antonia Berger, Alberto Camps y Ricardo René Haidar.
Cuando Montoneros entre el tiempo y la sangre eligió el tiempo.
Hay un tema, que en general pasan por alto, todos los relatos sobre los hechos de Trelew. Y es que la fuga no contó con el acompañamiento exterior de la organización Montoneros. Todo el operativo externo fue obra del ERP y FAR . Y esto no fue una mera cuestión organizativa, sino una diferencia de enfoques, una tensión política entre Montoneros y el ERP, que persistirá en los años siguientes.
El Ejercito Revolucionario del Pueblo ERP de origen troskista, consideraba a Perón como un líder bonapartista, cuya presencia y acción era un freno para la lucha de clases y el crecimiento de la vanguardia revolucionaria. Ademas el ERP a diferencia de sus primos del PST, creía que el camino al socialismo era la lucha armada. Por lo tanto, la posibilidad de retorno de Perón a la Argentina y la apertura de un proceso democrático, a su juicio, eran un freno al proyecto revolucionario.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias, FAR, tenían su origen en grupos marxistas, el grueso había pasado por el Partido Comunista PC, y se habían constituido inicialmente como la pata local de apoyo al proyecto del Che Guevara en Bolivia. Pero con la muerte del Che en 1967, debieron replantearse la estrategia y comenzaron un acercamiento al peronismo. Finalmente en octubre de 1973 las FAR se fusionaran con Montoneros.
Montoneros tenía básicamente origen católico - tercermundista, que hicieron su opción por el peronismo. A diferencia del ERP y las FAR su propuesta ideológica era mas amplia, tomando elementos del nacionalismo popular, y del llamado socialismo nacional. Políticamente se identificaban claramente como peronistas bajo la conducción de Perón.
Pero, en la lucha contra la dictadura de Lanusse existía una unidad de acción tácita con los demás grupos guerrilleros, porque en definitiva el enemigo era el mismo.
Por razones diferentes a las del ERP, Montoneros tampoco tenía mucha confianza en la salida electoral, una de sus consignas más pintadas era: “Ni votos, ni botas, fusiles y pelotas”.
A mediados de 1972, Perón recibió en Madrid a los montoneros Carlos Hobert y Alberto Molina, jefes de las Regionales Buenos Aires y Mendoza, respectivamente. En la charla, Perón les expuso que la salida electoral era inexorable y que no había dudas acerca del triunfo peronista. Al parecer, Perón logró convencer a Hobert sobre su punto de vista.
En su libro de memorias, el exjefe de Montoneros Roberto Perdía dice: “En Montoneros había diferentes opiniones sobre el tema de la convocatoria electoral. Estábamos en un debate irresuelto cuando desde la Regional Buenos Aires, su jefe Carlos Alberto Hobert, terminaría con las dudas y rompiendo la indefinición existente, haría pública la posición de exigir elecciones sin proscripción. En un comunicado, al reivindicar una operación militar, levantó la candidatura de “Perón Presidente”.
Este giro político generó críticas por parte de otras organizaciones armadas, y rupturas internas, como el alejamiento de la “Columna Sabino Navarro” en Córdoba y grupos de militantes vinculados al Peronismo de Base (PB).
Pero, como el mismo Perdía lo reconoce, levantar la candidatura de Perón, largar la consigna “Luche y Vuelve” y posteriormente sumarse a la campaña electoral, fue lo que permitió convertir a Montoneros en una organización de masas . Recuerda Perdía: “cuando me hice cargo de la regional Rosario a mediados del 72, eran apenas una docena de cuadros, y en diciembre con la campaña electoral lanzada, hicimos un acto de JP con cinco mil personas cantando FAP-FAR y Montoneros son nuestros compañeros”.
En medio de estos cambios de linea política, en agosto de 1972, se da el plan de fuga de la cárcel de Rawson. Y aquí ingresa la duda, respecto motorizarla o esperar los tiempos políticos.
Con la convicción trasmitida por Perón, que la salida electoral era inexorable, y que no había dudas acerca del triunfo peronista, lo que se visualizaba como real posibilidad, era que en unos meses, los presos políticos, salieran todos en libertad y por la puerta grande, sin necesidad de disparar un solo tiro, ni exponerse a una tragedia como la que finalmente sucedió.
En su libro recuerda Perdía: “En Montoneros existieron diferentes opiniones sobre la operación. A esa altura, estábamos convencidos, de que realmente era muy posible que el proceso electoral siguiera su curso. Por ello, sosteníamos que era más lógico, dado el riesgo de lo que se ponía en juego, apostar a la liberación de los presos por la vía política. Por su parte los compañeros montoneros que estaban presos participaban de la planificación de la fuga junto con los de la FAR y el ERP; ante esta contradicción a los compañeros de la cárcel se le dio libertad de acción y luego el apoyo externo se limitó a cuestiones logísticas”.
Vaca Narvaja en su libro “Con igual ánimo” dice: “Los más interesados en la fuga eran indudablemente los de las FAP, ERP Y FAR. Montoneros tenía parte de la conducción encarcelada pero las otras agrupaciones más del 80%”. La cantidad de quienes lograron salir de cárcel en los dos primeros escalones confirma esa apreciación, fueron 14 del ERP, 7 de las FAR y 4 de Montoneros, incluido Vaca Narvaja.
El ex-dirigente del ERP, Enrique Gorriarán Merlo dirá en sus Memorias: “Sí bien Montoneros había aceptado la participación de los presos de su organización, como Vaca Narvaja, Mariano Pujadas y otros, no apoyará la acción desde afuera. Se ve que no tenían mucha convicción de que fuera a salir bien”.
Hace poco Vaca Narvaja en un extenso reportaje, criticó el concepto de Perón: “entre el tiempo y la sangre, yo prefiero elegir el tiempo”. Sin embargo en ese momento la decisión de la conducción de Montoneros, fue apostar al tiempo, y plantear que lo mejor era esperar la salida política, aunque su opinión no alcanzó para cambiar la dirección de los hechos que efectivamente terminaron en una masacre.
La liberación de los presos políticos el 25 de mayo de 1973
Nueve meses después el 25 de mayo de 1973, asumía Cámpora-Solano Lima y su compromiso era dictar amnistía para la inmediata libertad de todos los presos políticos, que se iba a sancionar por ley del Congreso el dia 26 de mayo. Pero, el ERP ya había manifestado que no iba de deponer las armas, estaba en la oposición y no quería deberle favores a un gobierno peronista.
Por lo tanto, el mismo 25, desde las cuatro de la tarde, el ERP y otros grupos se habían instalado en la cárcel de Devoto con una columna muy belicosa y armada que proclamaba “el pueblo los libera, la lucha los espera”; “a cada guerrillero lo espera su fusil”. Y, luego de los actos de Plaza de Mayo, columnas de Juventud Peronista también se sumaron a la manifestación frente a Devoto.
Según la revista Estrella Roja, durante aquella jornada se produjo un “tenso diálogo” entre Pedro Cazes Camarero, vocero de los presos del ERP en Devoto, y el “flamante ministro del Interior, Sr. Righi”. El ministro le habría pedido a Camarero que esperase hasta el día siguiente, manifestándole además su preocupación por la posición del ERP de combatir al gobierno luego de que sus combatientes recuperasen la libertad.
Al frente de la conflictiva situación se puso Juan Manuel Abal Medina, quien se hizo presente acompañado de varios diputados. Sin tener facultades reales, porque no era funcionario, dio la orden al jefe del penal de dejar en libertad a los presos políticos para evitar males mayores.
Si bien la intervención de Abal Medina desactivó la crisis, el primer acto de gobierno peronista terminó tumultuosamente, con presos comunes escapando en la confusión y un enfrentamiento frente a la cárcel, que produjo las dos primeras muertes violentas en el nuevo gobierno popular.
Las posiciones del ERP frente a los acontecimientos de Devoto pusieron entre la espada y la pared a la organización Montoneros, cuya dirigencia se vio “corrida por izquierda”. El mismo Roberto Perdía, reconoce con amargura las presiones que recibían habitualmente desde el ERP y la revista Militancia de Ortega Peña - Duhalde: “Nuestro espacio político estaba presionado por dos fenómenos concluyentes. Uno era la presión del PRT - ERP, con sus críticas político - ideológicas y la continuidad de su accionar militar, todo lo cual impactaba fuertemente en los sectores más juveniles. Otro, el de los grupos peronistas más duros: el peronismo de Base; la revista Militancia, cuyos referentes eran Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Duhalde; y fracciones de las FAP”.
En octubre del 73, las FAR se fusiona con Montoneros, y se elabora un documento (El Mamotreto) de linea ideológica y política donde abandonan los preceptos cristiano - nacionalista - peronistas y avanzan en conceptos derivados del marxismo leninismo, como lucha de clases, vanguardia revolucionaria, etc. En septiembre de 1974, Montoneros pasa a la clandestinidad para enfrentar al gobierno constitucional, y vuelve a estar codo a codo con el ERP.
Esa tensión ideológica y política del 71 -72, estará a punto de resolverse en los primeros meses de 1976 cuando se inician tratativas para fusionar Montoneros con el ERP, que fracasan cuando su máximo líder, Roby Santucho, es muerto por una patrulla militar y el ERP queda prácticamente desmantelado.
Habían pasado apenas cuatro años de los 16 fusilados en la masacre de Trelew. Pero la nueva dictadura ya no fusilaba a la luz pública, secuestraba y asesinaba en promedio 15 a 20 militantes diarios en absoluta clandestinidad.
A fines de 1976, Rodolfo Walsh percibe que el aniquilamiento de Montoneros esta cercano, y propone volver apostar al tiempo en lugar de la sangre. En un documento que eleva a la conducción en enero de 1977 dice : “la guerra en la forma en que la hemos planteado en 1975-76, está perdida en el plano militar, y la derrota militar se corresponde en el plano político con las repliegue de las masas qué no asumen la guerra porque no vislumbran posibilidades de triunfo en la actual estrategia montonera. (…) Durante 1976 el enemigo cumplió todos los objetivos de su plan de operaciones y se apresta en 1977 a realizar la fase 4 que denomina exterminio. Tras el aniquilamiento de la conducción del ERP en julio, el enemigo concentró su esfuerzo en Montoneros (…) Sí tal exterminio puede evitarse, será posible y hasta cierto punto conducir esas formas significativas de lucha, configurando una etapa de resistencia capaz de prolongarse largo tiempo”.
Lamentablemente la conducción de Montoneros no escucho los consejos de Walsh. A mediados de 1977 Firmenich dirá: “Hicimos nuestros cálculos de guerra y nos preparamos para sufrir mil quinientas bajas en el primer año. Si no eran mayores, estaríamos seguros de haber ganado. Pues bien: no han sido mayores. En cambio, la dictadura está agotada, sin salida, y nosotros tenemos un gran prestigio entre las masas y somos una opción segura para el futuro inmediato”.
En apenas cuatro años pasamos de una dictadura de 16 fusilados a 30 mil. A modo de atenuante, diré que ni Firmenich, ni nadie, pudo prever la ferocidad e impunidad con la que iba actuar el terrorismo de estado. Pero, cuando algunos como Walsh lo vieron, la arrogancia pudo mas que la prudencia.
(*) Autor de "Salvados por Francisco" y "La Lealtad. Los montoneros que se quedaron con Perón".