10 06 santafe

Por Aníbal Tejerina

En una obra teatral famosa en las últimas décadas del siglo pasado, el humorista y actor Enrique Pinti interpretaba un número musical donde destacaba la permanencia de los artistas frente a “los radicales, los peronistas”, etcétera, quienes se caracterizaban por ser pasajeros, mientras que la estrofa finalizaba afirmando: “quedan los artistas”.

Se trataban de tiempos convulsionados, al final de la década de 1980 y gran parte de la de los 90, en que la obra de Pinti venía a reflejar cierto hartazgo con las dirigencias y la idealización de un sector que permanecía marginal a las decisiones y acciones de estado, más allá de estar integrado por personalidades públicas.

El devenir histórico trajo una profundización de ese hartazgo para con los políticos, que probablemente tuvo su pico más alto en la crisis del 2001, y luego fueron varios los artistas (entre los que comúnmente se encuadran desde actores a figuras televisivas) que incursionaron en política. Forzando un poco las cosas, se podría decir que el punto más alto de esta incursión es la presidencia de Javier Milei.

Artista o no, se trataba de alguien con un capital importante de popularidad derivado de no ser parte de la política adjetivada como tradicional. La novedad desde hace un par de semanas, viene siendo un deterioro de esa popularidad y paralelamente indicios crecientes de una reorganización de la clase política.

Quizás el punto más alto de esta oleada, en los últimos días, sean los movimientos que indican la posibilidad del retorno de Cristina Kirchner a la acción política para presidir el Partido Justicialista.

La ex presidenta se reveló en su rol de armadora como alguien que suele, como se dice, patear el tablero, es decir introducir movimientos inesperados, sorpresivos, que obligan a reorganizaciones de todo el espectro político. No se tratan de movimientos alocados, los de Cristina, sino que suelen ser productos de lecturas de la realidad. Un claro ejemplo es la circunstancia actual, donde se muestra más activa en momentos en que el hartazgo parece estar trocando.

 

Nuevo amanecer

Pero ese espíritu de los tiempos, ese movimiento dialéctico que parece indicar que es momento de empezar a reorganizar, también es leído desde otros sectores.

La semana pasada, dirigentes del peronismo de quince provincias compartieron en un hotel céntrico de Santa Fe una jornada de trabajo realizada bajo la consigna de “Reflexiones para un nuevo amanecer argentino”.

En el encuentro, promovido por el ex gobernador de Formosa Vicente Joga, el ex gobernador de Entre Ríos Mario Moine y el ex diputado nacional entrerriano Emilio Martínez Garbino, y participaron el ex presidente provisional Ramón Puerta, los ex gobernadores de Santa Fe, Víctor Reviglio, de Mendoza, Arturo Lafalla, de San Juan, Roque Escobar, y de Santa Cruz, Sergio Acevedo, el vicegobernador de Salta, Antonio Marocco, y el ex vicegobernador de Tucumán, Julio Díaz Lozano.

La actualidad del peronismo en sus características territoriales, fue expuesta por Reviglio, Puerta, Lafalla, Acevedo, Escobar y Marocco. El debate contó también con la intervención de Horacio Macedo (Jujuy), Rodolfo Vacchiano y Angel Baltuzzi (Santa Fe), Luis Leissa (Entre Ríos), Ernesto Tenembaum (Buenos Aires) y los dirigentes catamarqueños Jorge Díaz Martínez y Guillermo Rosales Saadi.

Hubo consenso en la necesidad de avanzar en la elaboración de una propuesta política amplia y en constituir un “grupo de reflexión política” que se nombraría Leopoldo Marechal, en honor al escritor que caracterizó al peronismo como “la bisagra que abrió la puerta para que el pueblo argentino protagonizara su propio destino”.