Josefina Medrano
Un lindo fin de semana que termina luego de compartir unos días en familia en un lugar paradisíaco como Cafayate. Un lugar de paz y reencuentro con uno mismo. Un lugar para pasar el primer día de la madre sin la mía. Recordándola decir “el día de la madre es todos los días hijita”.
Me volvía también a la memoria el día que le dije que quería ser pediatra. Me miro a los ojos y me pregunto ¿Seguro? Mira que no es fácil ver sufrir a la gente y menos si de niños se trata. Pero imaginarán que esta escorpiana de pura cepa estaba absolutamente segura de elegir esta especialidad dentro de la medicina, convencida de que serían más las alegrías que las penas. Que en una sonrisa de alivio de un niño encontraría una caricia para el alma. Que “conversar” con los niños sería un privilegio que tendría, como así también disfrutar la inocencia, la pureza y la sinceridad que acompaña esta etapa de la vida.
Tal vez por eso, entre la nostalgia y la reflexión, vuelvo a pensar en aquella decisión que marcó mi vida: ser pediatra. Hace 23 años que elegí o tal vez la vida me eligió este camino. Camino que disfruto día a día y me llena de satisfacciones. Porque no solo atiendo a los pequeños, sino también acompaño a sus padres y familiares en la crianza de sus hijos. Buscando formar personas de bien que puedan gozar de una vida plena en todos sus aspectos, y ser el motor de la sociedad del futuro.
El 20 de octubre se celebra en la Argentina el Día del Pediatra, en conmemoración de la fundación de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP). Institución que marcó el inicio formal de la pediatría como disciplina científica y profesional organizada.
Sociedad que fue fundada por grandes maestros como Luis Morquio y Gregorio Araoz Alfaro. Juan P. Garraham, pionero del cuidado integral y humanista del niño, nombre que conocerán ya que un gran hospital pediátrico lleva su nombre y ha sido en el último tiempo noticia en los medios. Y Pedro de Elizalde, otro de los grandes de la especialidad, fundador del primer Hospital Infantil del país. Hospital que cuando escucho su nombre me llena de recuerdos y emoción. Lugar que me vio nacer y me formo con gran tecnicismo y principios humanos que todo pediatra debe tener. Seguramente no lo conocen como Hospital Pedro de Elizalde pero si como Casa Cuna, con ese maravilloso edificio que se destaca en el barrio de Constitución en Buenos Aires, y con una historia que es digna de explorar.
Se bien no está dentro de este grupo fundador, por no ser contemporáneo, es válido honrar también a otro gran maestro, el Dr. Carlos Gianantonio, gran referente de la pediatría moderna quién desarrollo su expertis en otro gran hospital infantil.
Todos estos grandes y muchos más, marcaron el rumbo de la pediatría en este país y nos enseñaron que el conocimiento solo tiene sentido si está al servicio de los más pequeños. Reafirmaron el compromiso de los pediatras con la niñez y la adolescencia y destacaron el valor de la prevención, la contención familiar y la atención integral. Y como si esto fuera poco, impulsaron políticas de salud infantil que fueron pioneras en la región.
Y como pregunté por ahí, ¿sabes que tiene un pediatra? Un corazón que late al ritmo de la infancia, un corazón que se alegra con cada sonrisa y se preocupa con cada fiebre. Porque cada niño que atendemos nos recuerda por qué elegimos esta profesión, porque curar a un niño es cuidar la vida misma.
En el Día del Pediatra celebro a cada uno de mis colegas que siguen creyendo en esta noble tarea, entendiendo que esta especialidad es una manera de estar en el mundo, una forma de vida. Celebro también a esos pequeños que nos recuerdan a diario que la medicina puede tener globos, crayones y sonrisas sinceras iluminadas de inocencia de quienes confían plenamente que vamos a ayudarlos.
Y después de 23 años de especialidad, puedo decir con certeza que esta vocación no envejece, sino que se renueva con cada niño que se alivia, nos mira y sonríe. Y puedo, Martha, en el cielo donde estás, decirte que aquella decisión fue más que correcta, ya que sigue viva y vigente.
¡FELIZ DÍA DEL PEDIATRA! A todos mis colegas y especialmente a aquellos que forman parte del gran equipo que hoy me toca conducir.

Antonio Marocco
Franco Hessling Herrera