Por Josefina Medrano (*)
Después de un fin de semana a todo vapor como quien diría, entre el viento que nos azoto y los preparativos y festejos del cumpleaños de mi tercer hijo adolescente, me llego el momento de la calma.
Sentada en la galería de mi casa recordaba las situaciones de su infancia, sus travesuras y sus ocurrencias, la velocidad para resolver problemas y su pasión por la cocina y en medio de eso me preguntaba si habremos hecho una buena tarea como padres para largarlo a enfrentar este mundo tan particular. Con certeza puedo decir que fue buena y no por eso menos ardua y que en ese transcurrir seguramente abordamos temas sensibles de toda índole donde los de salud encontraron su espacio.
Explicarle que ellas son parte de la vida de muchas personas, que están aunque no las veamos, que son molestas y persistentes y muchas veces agresivas. Si bien muchas tienen cura otras no y todas las personas que las padezcan tendrán que aprender a convivir con ellas de la mejor manera posible. Que se pueden prevenir, que se pueden curar y que se debe ser responsable con el otro para evitar contagios. Charla necesaria de mantener, aunque a veces resulte algo incomoda.
Hoy nos toca dialogar sobre ellas. Las enfermedades de trasmisión sexual (ETS) son y han sido a menudo objeto de estigma y esto nos complica a la hora de trabajar sobres las mismas en cualquiera de sus formas de abordaje, ya sea en la prevención, diagnóstico y su eventualmente tratamiento. Los salteños somos una sociedad de alta fama conservadora donde el tabú social está vigente y sobre todo para estas enfermedades que mucho tiempo estuvieron ligadas a la promiscuidad y la inmoralidad o a comportamientos inadecuados en la vida sexual, quedando de esta manera estigmatizadas. Estigma que todavía se presenta como una gran barrera a la hora abordar el tema en el mundo en general.
Pues bien, ¿Sabemos cuáles son estas enfermedades? ¿Podemos reconocer sus síntomas iniciales? ¿Conocemos si existen tratamientos y si se curan? ¿Dónde busco atención para la mismas? ¿Hablamos de este tema con nuestros hijos?
Algunas son virus, otras son bacterias, y otros parásitos. La sífilis, la gonorrea, el virus del papiloma humano VPH, la infección por clamidia, el herpes genital. la hepatitis B, el HIV, tricomoniasis, el molusco y algunas otra son las que deberían estar en nuestras mentes. La aparición de cualquier síntoma o sospecha de contagio debería ser motivo de consulta. Los servicios de salud están capacitados para dar respuestas adecuadas a las inquietudes que Uds. pudieran tener sobre las mismas.
Para que tomemos dimensión de la magnitud del tema, cada día más de un millón de personas de entre 15 y 49 años contrae una infección de trasmisión sexual que se pueden curar y que muchas no causan síntomas. Unos ocho millones de adultos de 15 a 49 años contrajeron sífilis en 2022. Se calcula que más de 500 millones de personas de 15 a 49 años tienen una infección genital por el virus del herpes simple. La infección por el virus del papiloma humano está asociada a más de 311.000 muertes por cáncer de cuello uterino cada año (OMS). En Salta, promedio por año, se diagnostican 400 caso nuevos de HIV.
Estos datos demuestran a las claras la necesidad de avanzar en el abordaje de las mismas y que independientemente del rol que nos toque tenemos que empezar a buscar momentos de diálogos abiertos sobre todo con los más jóvenes en todos los ámbitos. Aprender a no realizar juicios de valor y acompañar. A los responsables del cuidado de la salud, asegurar ambientes acogedores que den confianza e inviten al acercamiento, realizar educación y campañas de detección que no solo sirvan para hacer diagnóstico, como hemos visto muchas veces, sino que también aseguren continuidad en el tratamiento y seguimiento en todas las etapas de la enfermedad.
Es esperable que sea difícil conseguir cambios de comportamiento en las conductas sexuales de riesgo en las personas de un día para el otro como gran herramienta de prevención, pero es un pilar fundamental que debemos trabajar a pico y pala como quien diría.
Somos cada uno de nosotros, con el esfuerzo que eso implique, los primeros en tener que dejar de lado los tabúes arraigados desde nuestra cultura y adoptar una postura más informada y técnica al respecto entendiendo que son “enfermedades” y que como cualquier otra es necesario reconocerlas a tiempo, consultar oportunamente y realizar los tratamientos adecuadas sin postergación, para llevar una vida más saludable.
Empezar de esta manera con la acción y terminar con la estigmatización.
(*) Exministra de Salud de Salta