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Ocurrió en California y se cobró por lo menos diez vidas y dejó otros diez cuerpos heridos, algunos en estado grave. Hay un sospechoso que fue encontrado sin vida dentro de una van, quien se habría suicidado a sus 72 años.

Por Franco Hessling

Nuevo tiroteo en los Estados Unidos, en una ciudad al este de Los Ángeles, donde por lo menos 10 personas resultaron heridas y otras 10 perdieron la vida. Es decir, el saldo de afectados roza un número elevado en relación a otros episodios similares, de tiroteos o acribillamientos encarados por particulares.

El hecho ocurrió en el Monterey Park, en California, durante las celebraciones por el año nuevo lunar que habían congregado a miles de asiáticos radicados en los Estados Unidos. Las primeras informaciones del domingo en la mañana, tras los sucesos de esa madrugada, no ofrecían especificaciones sobre si el agresor conocía a las personas que atacó o si se trató de una holeada de crímenes de odio xenófobos.

Esta última hipótesis surge a partir de que lo que se celebraba en el Monterey Park era la vigilia del Lunar New Year, una celebración típica de la comunidad china. En un lugar, al este de Los Ángeles, con una población considerable de originarios de aquel país. En ese caso, se trataría de un crimen de odio contra la comunidad china en Estados Unidos, un acto de xenofobia.

Los móviles, sin embargo, no están esclarecidos y se detuvo al shooter a pocos kilómetros del Monterey Park, en una van y sin vida tras un aparente suicidio. El sospechoso fenecido tenía 72 años y todavía no se han dado detalles sobre su perfil ni su vida. No hacen falta, de hecho, para analizar el caso circunscrito en un problema social: la portación de armas.

En los Estados Unidos es un debate parteaguas, al filo del bipartidismo, en el que los republicanos defienden una tenencia y portación lo más liberalizada posible. Sin restricciones ni demasiados controles, sin exigencias arduas ni mayores responsabilidades más que pagar por el arma propia y sus balas. En una sociedad como la argentina, las armas son exclusivo derecho de las fuerzas de seguridad y militares, y son usadas de hecho también por el crimen organizado y hasta por protagonistas de delitos menores.

Entonces, nuestros más destacados ultraderechistas vernáculos, como Bullrich, Macri, Milei, Gómez Centurión o Espert, evitan el tema de la portación y la tenencia de armas en Argentina, puesto que no es visto como un derecho de propiedad y autodefensa como se pretende en el debate anglosajón de los norteamericanos.

Pero, para cuando alguno de esos referentes de la derecha local se atreva a traer a colación ese tipo de aspectos, como ya Milei se animó a debatir sobre la legalidad del comercio de órganos humanos, hay que recordar los recientes datos que dio a conocer la Small Arms Survey: Estados Unidos es el país donde existe la mayor cantidad de portación de armas por cada 100 mil personas con alrededor de 125. Sobre esas 125 personas armadas, cuatro las utilizan para cometer homicidios. En España, Francia, Bélgica, Portugal, Alemania, Australia y Canadá, por ejemplo, no se llega ni a un homicidio por cada 100 mil personas, mientras que en EEUU se trepa a esos cuatro de promedio.